La gata en la ventana



Mi gata, siempre se sitúa en el alféizar de la ventana del salón cuando me marcho de casa. Se sube, me mira con cara de resignación y yo me siento culpable por dejarla. Desde ahí controla perfectamente la entrada y el paso a cada pieza del apartamento. Esta tarde, al volver y abrir la puerta, no se halla en su lugar habitual, me da un susto de muerte, pienso que está enferma tirada en su cesto o, que ha muerto.

La busco por todas las habitaciones, llamándola angustiada, y aparece desperezándose dentro del armario de mi dormitorio, entre los innumerables zapatos revueltos.

La acaricio, la tranquilizo y le pongo su comida. El animal continúa inquieto y me contagia su nerviosismo. Comienzo a revisar inquieta la casa, el cambio en sus costumbres se debe a algún motivo, parece todo en orden, tal cual lo dejé horas antes. Varias vueltas después, fijo la mirada a través del cristal de la terraza y se me forma un nudo en el estómago. La mesita blanca está llena de objetos y papeles. Compruebo rápidamente que no se esconde alguien allí, no hay nada para ocultarse detrás. Salgo con el pulso tembloroso, me siento en el sillón de rayas, y miro boquiabierta la macetita de violetas, un tiramisú con toda la pinta de ser casero, un manojo de llaves, y una breve nota, cuya letra reconozco al momento.

Es la última vez que me cuelo en tu piso para aspirar tu aroma, sentarme en tu sofá, tumbarme en tu cama y oler la almohada sobre la que sueñas. Te quiero y te querré. No puedo obligarte a que me ames. Y no logro olvidarte.

Me llevo un par de cosas, como recuerdos. No son robos, simples rapiñas. Si logras adivinarlas, con una te reirás. Con la otra seguro que te enfadas. Desde hoy, dejo de cuidarte.

De despedida, un corazón abierto, sin acabar de juntarse en la parte superior, junto a un nombre que no me hace falta leer.

La frases, lejos de inundarme de amor, me traen la paz.

No me lo pone fácil, tardo semanas en descubrir eso que me iba a molestar, se ha llevado la única fotografía de los dos juntos que sobrevivió a las tijeras. En ese instante, posábamos felices, cómplices de un secreto que nadie más compartía, dichosos por la espera de nuestro primer hijo que no llegó a nacer por mis problemas con la bulimia, y cuya pérdida abriría una brecha tan profunda entre nosotros que acabó destruyendo por completo el amor.

Nuestra mayor bronca, cuando le entregué los papeles para el divorcio, terminó en tragedia, acalorado, se marchó con algún vaso de vino en el cuerpo, horas más tarde, se salió con el coche de la carretera al tomar una curva de forma indebida.

No quiero recordar, no me apetece abandonar el presente.

Hasta que no llega el verano no veo que me ha cambiado el biquini de leopardo, que solamente usaba con él en la intimidad, por uno igualmente mínimo con pequeñas florecitas. La carcajada que se me escapa sobresalta a la gata en su siesta. Le costará encontrar otra huesitos, así me llamaba, para que le encaje esa diminuta prenda.

Soy tu gatita, que muy lentamente va a lamerte todo el cuerpo y a hacerte cosquillas con los bigotitos en el cuello.

Con lo que he engordado en los últimos años acertó llevándose el biquini, ahora necesito unir cuatro de esos para que me tapen mis carnes.

Nunca imaginé, en la época en la que vivía obsesionada con la báscula, que sería más feliz con un montón de kilos sobre mi cuerpo, aceptando lo que soy, una mujer madura obesa.

¡Ven, querida!, la gata da un salto y se acomoda en mi regazo.

He pasado meses angustiada, creyendo que un intruso se colaba en mi hogar durante mis ausencias, cambiaba muebles de lugar, dejaba y se llevaba objetos. El autor de la nota ha cumplido su promesa, "es la última vez...", y no ha regresado.

Por fin nos hemos librado del pelmazo de mi marido. Era imposible vender el apartamento con él vagando a su antojo por aquí.

Libre de su fantasma, podremos irnos a vivir a la playa con el resto de mis amigas. Si vuelve, que carguen con él los nuevos propietarios, yo no voy a darle mi nueva dirección ¡ni loca!




Comentarios

  1. Respuestas
    1. Eso es bueno, así puedes imaginar tú el resto de la historia. Gracias por leerme y por pasarte por aquí. Un besazo Jose.

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    2. ¡Qué cortito! ¡Me he quedado esperando más! ¿Es más feliz ahora? Además del gato ¿qué se llevará a su nueva vivienda? ¿qué abandonará de este piso?

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    3. Querida Ana, muchas gracias por tu comentario y por seguir leyendo mis relatos. Creo que es mejor así, dejar con las ganas que agotar la paciencia del lector para continuar con el texto hasta el final. Ya me has dejado preguntas interesantes para plantear una segunda parte.

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